“Hay momentos en los que quiero
correr hasta desintegrarme”; escribo sobre la hoja en blanco de mi anotador con
tapa dura y tengo la extraña sensación de que antes de empezar a correr, ya
estoy desintegrado. Muchas veces me cuesta identificar cuando ya no estoy en un
lugar. ¿Será porque aún tengo una fuerte conexión con mi cuerpo físico?
Mi terapeuta me escucha sumido en un profundo silencio cada vez que le
relato mis paseos etéricos. A Kilómetros a la distancia se nota que no cree una
sola palabra de lo que le digo. Hace tres días me aparecí en su casa; estaba en
su estudio escuchando la grabación de una de nuestras sesiones y lo vi escribir
la palabra “delirio”. Al principio me molestó no sentirme comprendido, pero
nada se puede hacer con la gente que nunca se ha desintegrado:
Indefectiblemente cree en delirios.
Ese mismo día, me escabullí y leí un libro que decía: “Entendemos por delirio, cuando por diferentes causas, y
casi siempre de forma brusca, el cerebro de una persona deja de funcionar
correctamente, presentando alteraciones de la atención y de la capacidad
de alerta. También suele manifestar trastornos de la conciencia, del
pensamiento, la memoria, las emociones, la percepción, o del tono muscular y
del ciclo de sueño-vigilia. Es típico que todos estos síntomas ocurran de
manera fluctuante, alternando momentos prácticamente conscientes con otros de
inconsciencia” Suspiré abatido al releer varias veces semejante definición e
incluso pensé hasta en cambiar de terapeuta, pero a ésta altura, hacerlo sería
un despropósito; estoy acostumbrado a sus profundos silencios, aunque sí tuve
ganas de gritarle a la cara: ¡Doctor, mi cerebro no deja de funcionar de manera
brusca presentando alteraciones!
De vez en cuando Clara me besa los labios, lo hace justo
cuando yo estoy en medio del océano atlántico despabilándome de una mañana
atroz, entonces siento que me ahogo.
Ella y yo nos conocemos desde hace mucho y podría decir que
es lo más cercano al amor que he conocido en mi vida. Fue la primera y la única
mujer que soñé desnuda entre mis manos.
Cuando era niño, pensaba que estar con una mujer iba a
provocarme la muerte; ahora lo creo también.
Durante mi vida anterior, cuando era un pez, jamás hubiera
pensado en Clara pero ahora que soy un hombre, pienso en ella todo los días.
Ella me visita los sábados por la mañana, siempre cuando
hay sol, nunca cuando llueve. Aparece de repente, envuelta en su vestido con
flores celestes, cargando con delicadeza su bolso color caoba y lo ilumina
todo. Es como si Clara trajera el sol, en vez de que el sol, trajera a Clara. La extraño cuando llueve.
No puedo evitarlo.
Viajar por el éter es sencillo, aunque a simple vista no lo
parezca. Sucede de repente, en el momento menos pensado, por lo menos así me
sucede a mí, he escuchado que hay gente estudiando técnicas para hacerlo. Yo no
conozco de técnicas. Sé un millón de cosas de memoria pero ninguna técnica, mi
terapeuta dice que no es necesario aprender
lo mismo que todo el mundo aprende; dice que las diferencias nos hacen
únicos e irrepetibles; Cuando lo escucho decir eso me pregunto si verdaderamente
sabe de lo que me está hablando, yo no le veo ninguna diferencia con el resto;
no es como Clara que es diferente a todas las personas que he conocido en mi
vida.
…Primero se produce un estallido pequeño entre las cejas, es algo
así como si una lámpara se encendiera de golpe disipando todas las nubes
oscuras que todo lo envuelven. Después empieza el cosquilleo en el cuerpo,
seguido por un nudo en la garganta, dura unos pocos minutos.
Antes de desmaterializarme por primera vez, yo pensaba que iba a
estar por lo menos doce horas o más haciendo desaparecer mis células pero no
fue así, para mi suerte.
Después todo se ve trasparente; las cosas, las personas…es como
nacer de nuevo.
Clara dice que todo me pasa por alguna razón, dice que soy como un
niño pero yo sé que no es así, no soy un niño, ya no.
El océano Atlántico es uno de los lugares más bellos que he
visitado en mi vida. Parece un espejo en dónde todo lo hermoso se refleja; a
veces nado con delfines y otras veces con peces de colores. Es como un sueño,
como vivir sin miedo, sin los recuerdos de días que no debieron haber sido, sin
las heridas que nunca sanan. Es como haber encontrado la puerta de salida, la
luz al final del camino, hay gente que le llama morir pero yo no estoy de
acuerdo.
Cuando caminaba descalzo por un hermoso bosque plateado descubrí a
un animal extraño que me miró a los ojos y desde ese entonces comprendí que
todos estamos conectados por el alma. Prendidos desde adentro, corazón con
corazón. Me resultó algo difícil al
principio, nunca había sido mirado por
un animal extraño en medio de un bosque plateado, nunca había experimentado la
mágica sensación de correr hacia el horizonte del viento, salvajemente poseído
por el perfume del Universo, por el aroma del cosmos explotando en cada uno de
los poros de mi piel, nunca había trotado desparramando destellos de libertad
por mis patas y sus huellas, jamás había sido un animal extraño en medio de un
bosque plateado….
Clara es hermosa, supongo que un día de éstos voy a decírselo, voy
a decirle que ella y yo estamos enamorados.
Voy a decirle que mi terapeuta miente, que mis síntomas no ocurren de
manera fluctuante, alternando momentos prácticamente conscientes con otros de
inconsciencia, voy a contarle que pronto lograré desintegrarme del todo de ésta
cárcel de paredes blancas y gente deambulando en pena, sin rumbo y sin
sonrisas: tal vez la lleve a recorrer el bosque plateado, quizás le escriba un
poema, la gente solía llamarme poeta…o a lo mejor la invite a desvanecerse
conmigo sobre el espejo celeste del océano Atlántico.
El océano Atlántico es uno de los lugares más bellos que he
visitado en mi vida. Parece un espejo en dónde todo lo hermoso se refleja; a
veces nado con delfines y otras veces con peces de colores. Es como un sueño,
como vivir sin miedo, sin los recuerdos de días que no debieron haber sido, sin
las heridas que nunca sanan…
Fotografía: Johanna Knauer
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