Delirio
El mudo vaivén de las hojas
muriendo su otoño,
como espigas de agua mensajera,
divagan que son ninfas paseándose por el viento
mientras yo las observo agazapada en la proa
de mi nave silente.
Me explotan los sentidos
con la tinta que
transpira
desde las entrañas de la tierra
entonces me propongo salir/me de mí
hacia el reino del vacío
¡Qué mundo! ¡Qué profundo el silencio!
Súbitamente tu mano invisible
despierta la memoria de mi piel dormida
y me estremezco.
Inevitablemente.
El ocaso enciende a sus
hijos que dormitan
y profetiza a viva voz
la suerte de mis días,
asistidos por la interferencia de tus roces:
¡Qué delirio en la eternidad de la nada!
…Pero el delirio es verte,
con el rostro blanco,
deambular por la casa,
vestida de muerte.
Fotografía: Emil Schildt
Profundo poema, llega directo al corazón. Tu trabajo sigue siendo excepcional. Un gran abrazo.
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