Somos corsarios navegando en un mundo subyugado por
infinitos códigos. Por el lenguaje…el hilo invisible que nos conecta.
El amor. El deseo.
La voz. El cuerpo.
Somos un lienzo.
La transparente revelación de nosotros mismos.
Y nos leemos…
“Acerqué sus dos manos hasta mi boca, y besé cada una
lentamente, para así memorizar la forma de sus nudillos. No sólo deseaba la
carne de Louise, deseaba sus huesos, su sangre, sus tejidos, los tendones que
la conformaban. La habría abrazado contra mí aunque el tiempo hubiera borrado
las tonalidades y texturas de su piel. Podría haberla abrazado durante miles de
años, hasta que su propio esqueleto se hubiera desecho en polvo. ¿Qué eres, que
me haces sentir de este modo? ¿Quién eres para hacer que el tiempo no
signifique nada? ¿Quién te enseñó a emplear tus manos como quemadores de
hierro? Has grabado tu nombre en mis hombros, señalándome con tu marca. Las
yemas de tus dedos se han convertido en planchas de impresión, tecleas un
mensaje sobre mi piel, tecleas sentido dentro de mi cuerpo. Tu código Morse
interfiere con el latir de mi corazón. Yo tenía un corazón firme antes de
conocerte, confiaba en él, había estado en la batalla y se había hecho fuerte.
Y ahora alteras su ritmo con tu propio tiempo, tocas sobre mí, tensándome como
a un tambor.
Escrito en el cuerpo se encuentra un código sólo visible
bajo cierta luz; lo acumulado en toda una vida allí recogido. En algunas
partes, el palimpsesto está tan incrustado que las letras parecen braille. Me
gusta mantener mi cuerpo resguardado de ojos curiosos. Nunca descubrir
demasiado, ni contar toda la historia… No sabía que las manos de Louise podían
leer. Ella me ha traducido en su propio libro.
Los libros que amamos hablan de nosotros mismos: Lo
comprendí años después de esas lágrimas que se escaparon a borbotones cuando
terminé de leer “Escrito en el cuerpo” de Jeanette Winterson.
"¿Por qué la pérdida es la medida del amor?"
Comienza preguntando una de las novelas más bellas que he leído en mi vida, no
sólo por la búsqueda incesante y permanente que la autora hace de la topografía
del deseo en la cual magistralmente logra involucrarnos con sus insondables
cuestionamientos e incertidumbres, sino porque en medio de una atmósfera sumida
en la pasión, el amor y el dolor, el o
la protagonista cumple su objetivo de manera implacable: pone en tela de juicio
los arraigados convencionalismos de amar… de amarse.
Recurriendo a una narrativa brillante, en un intento de
despojar al amor de todas las vestiduras posibles, Winterson se encarga de
encubrir la identidad sexual de su protagonista a lo largo de toda la obra.
¿Hombre o mujer? En su idioma original la pregunta no tiene respuesta, nunca el
lector sabrá el sexo de ese amante sumido en la desbordante pasión que siente
hacia Louise, la pelirroja de prerrafaelista belleza que abandona su matrimonio
convencional y monótono con un prominente médico, para irse a vivir con él o
ella el pletórico arrebato de pasión que comparten; sin embargo, existe entre ellos un obstáculo
infranqueable: El cuerpo de Louise padece una enfermedad mortal y su amante
debe decidir quedarse con ella y disfrutar los días que le quedan o dejar que
vuelva con su marido quien podría proporcionarle un tratamiento que quizás
salve su vida. Decisión que al final quedará en manos de Louise.
Es este el impiadoso escenario sin concesiones en donde la
genial escritora desafía al amor y a sus devenires; para hacerlo, recurre al desafío del
lenguaje, a la abismal profundidad de las palabras; nos empuja, nos eleva, nos
avienta al suelo casi con violencia induciéndonos a escarbar adentro, muy
adentro, cuestionándonos sin reservas lo
que seríamos capaz de entregar y de conceder de nosotros mismos a la inexorabilidad
del amor.
"Perder a alguien que amas es alterar tu vida para
siempre. Y no lo superas, porque lo es la persona que amas. El dolor acaba,
llega gente nueva, pero la grieta nunca se cierra. ¿Cómo iba a cerrarse? La
individualidad de alguien que importaba tanto como para llorarle no se vuelve
anodina con la muerte. Este vacío en mi corazón tiene tu forma, y nadie más
puede llenarlo. ¿Por qué iba a querer que alguien lo llenara?"
http://nuevemusasrevistacultural.blogspot.com.ar/p/musedreams.html
¡Excelente!!! Admiro tu capacidad de descripción y de desmenuzar lo que has leído o, que te ha llegado profundamente. Sin duda tenes una gran sensibilidad, pero me apasiona lo extraordinariamente que lo llevas a la escritura.
ResponderEliminarCuando leo lo que escribís, siento la sana envidia que se tiene cuando uno se encuentra con alguien que es capaz de realizar algo que uno quisiera poder llegar a hacer.
Con gran admiración y cariño te envió un gran abrazo.