“Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si
bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos
encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una
vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del
aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento,
música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender
uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa
emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá
desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva
explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus
detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse
uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta
combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios
detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un
solo fósforo. Si eso llega a pasar, el alma huye de nuestro cuerpo, camina
errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar
alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme,
lleno de frío, es el único que podría dárselo…"
“Como agua para chocolate” es una expresión mejicana que
significa que algo está a punto de perder el control, en referencia a la
temperatura justa que se necesita para derretir el chocolate. Si el agua está
demasiado fría, no mezcla bien y nadie lo disfruta. Si está demasiado caliente,
se quema y no tiene buen sabor.
En 1989, cuando leí a Laura Esquivel, jamás pensé que
comprendería realmente el verdadero significado del título de su bella obra
trece años después. Lo sé ahora, que ando con el corazón encendido de amor,
levitando por los pasillos de la pasión, por los exquisitos ingredientes de las
recetas de besos intensos que me sacuden el alma. Lo sé ahora que puedo hacer
de mi cocina un altar en donde deleitar con manjares dulces a la persona que
amo y que me ama; esa persona que logró encender todos mis cerillos e
iluminarme tanto pero tanto que enceguezco al pasar.
Lo sé ahora que encontré
la temperatura justa de mi agua para derretir el chocolate…
En 1989, la mexicana Laura Esquivel escribió una historia de
ensueño. Nos contó que había afrodisíacos para el amor. Nos reveló un idioma
nuevo para hablar en secreto con la persona amada. Nos dijo que en nuestro
interior vive una llama que uno debe ocuparse de encender para no morir en la
gélida soledad del olvido. Nos alentó a no bajar los brazos, que el amor, como
la vida misma, se adapta a los ambientes más hostiles para sobrevivir, y lo
logra, porque cuando es verdadero, es fuego que no se apaga.
Nos reveló la historia de un amor imposible situado en una
atmósfera increíble, llena de realismo mágico impregnando todos los elementos
conectados a través del sentido del gusto, nos mostró un “laboratorio
alquímico” dotado de poder en donde cocinar platos mágicos.
Nos presentó a Tita y a Pedro, encadenados por un sentimiento
sin fisuras, atemporal, pero obligados a permanecer distantes debido a la
fuerza de una tradición familiar absurda y castrante, impuesta por Elena, madre
de Tita- la hija menor debía renunciar a su vida privada para cuidar de su
madre en exclusividad hasta el día de su muerte-
Nos develó el corazón
revolucionario de una mujer dispuesta a defender su sentimiento y capaz hasta
de lo indecible por liberarse de ese yugo.
Nos aseguró que el universo entero confabula con un corazón
enamorado y nos llevó junto a Tita a encontrar la manera de estar cerca de
Pedro proyectando sus emociones sobre los alimentos elaborados en su cocina.
En 1989, Laura Esquivel le dio vida a dos amantes
inolvidables que en un acto sublime de consagración mutua fueron capaces de
incendiarse en las llamaradas de su pasión mostrándonos que así es como se arde
por dentro cuando se ama...
Les dejo un link con la bella "Como agua para el chocolate"
Fotografía: Vadim Stein
http://nuevemusasrevistacultural.blogspot.com.ar/p/musedreams.html
Esa escena es tan surrealista, como extraordinariamente bella. Como decís se produce el incendio y es tan inmensamente fuerte que enciende el mundo.
ResponderEliminarMe gusto tanto como a vos, muy buen libro, la película también.
¿No leíste algo de Isabel Allende?. "La casa de los espíritus" me encanto y la realización de la película fue muy respetuosa del texto.
Saludos.