"Tu cuerpo es un campo de batalla"
Bárbara Kruger es una de las artistas conceptuales que
admiro profundamente. Con sólo una imagen y algunas palabras como: Tu mirada
golpea mí mejilla, es capaz de dar una patada a siglos de dominación masculina.
"Your body is a battleground", fue diseñado en un
principio para apoyar el derecho al aborto. Por un lado denuncia la búsqueda de
la mujer de "ser completa" tal y como la mentalidad patriarcal lo
impone y por otro reclama el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, un
cuerpo real y vivido.
El feminismo ha regresado para vengarse del mundo del arte.
La historia del arte a situado al sujeto masculino en el
centro mismo de la visión- es el que tiene el poder de mirar y reconocer-
El feminismo siempre ha intentado desarticular a ese sujeto
interviniendo directamente sobre esa mirada centralizada.
El fuerte de la labor comenzó a partir de los años setenta
de la mano de artistas, teóricas y activistas mujeres que lograron abrir la
puerta hacia temas relacionados con políticas de identidad y minorías sociales.
Recabaron así sobre la tentativa de cambiar la historia, lo
legítimo, los focos y lugares de producción, la visión de la mujer, así como
sus representaciones en el arte tradicional.
Surgieron interrogantes tales como ¿Por qué no ha habido
mujeres artistas de la talla de Miguel Ángel, Rembrandt o Picasso? ¿Por qué en
la historia del arte occidental, hasta bien entrado el siglo XX, prácticamente
no hay mujeres "innovadoras" o "exitosas"? ¿Por qué no se
recuerdan mujeres artistas "geniales"? ¿Por qué la mayoría de las
mujeres artistas vivieron a la sombra de sus maridos, amantes o mentores
artistas?
Las respuestas llegaron con la conclusión de que durante
prácticamente toda la historia de la humanidad el hombre había construido el
mundo social, intelectual, artístico y religioso a su imagen y semejanza, dado
que ellos detentaban el poder en la mayoría de los ámbitos de la vida. En este
sistema centrado en los hombres, las mujeres habían tenido muy pocas oportunidades
de desarrollar sus capacidades con el mismo alcance que los varones.
Así, en el campo artístico, la enorme mayoría de las obras
las producían los hombres, para un público masculino y con mensajes que
reflejaban sus sueños, sus expectativas y sus fobias.
Además, aunque el acceso de mujeres al estudio formal del
arte no estaba prohibido, había políticas que de hecho limitaban su desarrollo
profesional.
A través del arte, las feministas intentaron liberar a las
mujeres de imágenes y actitudes negativas acerca de la anatomía y fisiología
femeninas. Trataron temas tabú como el sentimiento ante la menstruación y representaron imágenes realistas o
simbólicas de vaginas, senos y otras partes de la anatomía que hasta entonces
habían sido un "objeto" de la cosmovisión masculina.
En sus palabras, pretendían "descolonizar el cuerpo
femenino".
En la década de los noventa, la escritora Naomi Wolf, consiguió fama internacional con su libro “El mito de la belleza”, en él
argumenta una interesante teoría acerca del concepto de "belleza"
como un valor normativo, que es construido por completo socialmente y que el
patriarcado determina el contenido de esa construcción con el objetivo de
reproducir su hegemonía. Critica la moda
y las industrias de belleza como instrumentos de explotación de la mujer.
La “belleza” es un modelo cambiario. Como cualquier
economía, está determinada por la política, y en la era moderna occidental es
el último y el mejor sistema de creencias que mantienen intacta la dominación
masculina.
Las neurosis modernas del cuerpo femenino comenzaron a
extenderse entre las mujeres como una epidemia, lenta e imperceptiblemente, sin
que nos demos cuenta de la verdadera fuerza de la erosión que está minando el
terreno que las mujeres habían ganado a través de una larga, dura y honorable
batalla.
El mito actual de belleza es más pernicioso que cualquier
otra mística de la femineidad. Hace un siglo, la Nora de Ibsen cerraba la
puerta de su casa de muñecas; hace una generación, las mujeres le dieron la
espalda al paraíso consumista del hogar repleto de electrodomésticos; pero en
donde las mujeres nos encontramos atrapadas ahora no hay puerta que cerrar. Los
estragos contemporáneos de este contragolpe están destruyendo físicamente y
psicológicamente a las mujeres. Para liberarnos del peso muerto que una vez más
se ha hecho la femineidad, lo primero que necesitamos las mujeres, no son ni
votos ni manifestantes ni pancartas sino abrir los ojos para VERNOS.
Y es desde el arte el esfuerzo más dedicado en tratar de
desenmascarar esta trampa solapada, haciendo hincapié en mostrar el cuerpo y el
sexo con una total y absoluta libertad de prejuicios, orientado a una fase más
existencial; en donde los principales temas planteados sean la identidad
múltiple y la mascarada, la biografía,
la narratividad, y el desarrollo de nuevas formas expresivas que exhiban
abiertamente la identidad y las
experiencias.
Nuevamente, el cuerpo femenino manifiesta el deseo de
subvertir los códigos, deconstruyendo todas las construcciones y minando desde
adentro los convencionalismos aún reinantes y lo hace con la certeza que el
elemento subversivo más potente que existe consiste en mantenernos de pie.
Siempre de pie.
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