domingo, 14 de julio de 2013

Cartas para Noa ( 9 bis )


Estabas en lo cierto, Noa. La vida es el más sabio de todos los maestros.
Con los años he logrado comprender, realmente comprender muchas de tus palabras. Recuerdo cuando dijiste: “Un árbol de raíces sanas es una columna de luz que brilla como un faro en la oscuridad del mundo”
Pero como cuesta aceptar los errores…
El perfume de mi casa natal me trasforma conforme pasan los minutos.
Súbitamente he dejado de querer seguir perdida lamentando un destino que sólo yo diagrame a puño y letra.
Hay demasiados”si tan solo hubiera…” que me asolan en estas noches donde sigo sola, pero más atenta a mí misma de lo que he estado en toda mi vida.
Estoy sentada frente a un caballito de madera que talló mi padre…su presencia es tan fuerte que se me abarrotan las lágrimas mojándome la cara y yo las dejo purificarme desde adentro.
“Llora, bellísima flor…todo lo que necesites llorar”
No encuentro forma de justificar el destiempo…nada de lo que diga podrá exonerarme de llegar un día después de su muerte, nada de lo que diga podrá evitar que me asole el desconsuelo.
¿Qué haré con mi alma, Noa?
Mi alma que por estos días se sienta en la mesa con oscuros reclamos que dependen de mi perdón.
Mi alma que hoy sólo se conforta con el refugio de tu mirada.
Esa mirada tuya en la cual viven todas las razones del universo…
“Eres tú la que debe escribir el final de tu historia, Ariadna de mis mil amores”
Tu voz es un bálsamo, corazón mío.
Ese refugio en el cual voy a descansar cuando se haya terminado de diluir el espacio, que como un cruel verdugo, reina entre vos y yo.

 Fotografia: Dmitry Ageev




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