lunes, 8 de abril de 2013

Irme en un barco negro


"Necesito hacer bellas mis fantasías, mis visiones. De lo contrario no podré vivir. Tengo que transformar, tengo que hacer visiones iluminadas de mis miserias y de mis imposibilidades." Alejandra se llevo con ella la piedra fundamental de su locura. No puedo imaginarme siquiera que debió sentir todos esos años que duró su existencia sabiendo que estaba muerta; que su cuerpo era el cuerpo del poema y que debajo de ella solo estaba ella.
Dos años después de su muerte, su madre (Rejzla de Pizarnik) ofreció a algunos amigos que se hicieran cargo del cuidado de sus libros, porque ella no tenía lugar en su propia casa. Regaló a Ana Becciu, que se convertiría con el tiempo en la editora y organizadora de su obra poética, ensayística, ficcional y de sus Diarios, principalmente "libros relacionados con la poesía". "La otra parte, más narrativa, se la regaló" a Pablo Ingberg.
La Universidad de Princeton, por su parte, custodia los archivos de Alejandra Pizarnik, diez cajas que incluyen diarios, cuadernos, escritos y correspondencia y que ya han atraído la curiosidad de los investigadores. Gracias a la fascinación que genera su obra, hoy se conocen detalles decisivos de la escritura pizarnikeana, las alucinantes anotaciones de "Palais du vocabulaire" y "Casa de citas", esos cuadernos que ella llamaba "ejercicios de sensibilización del idioma".
Lo pregunta en sus Diarios: "¿Por qué no me ubico en un lugarcito tranquilo y me caso y tengo hijos y voy al cine, a una confitería, al teatro? ¿Por qué no acepto esta realidad? ¿Por qué sufro y me martirizo con los espectros de mi fantasía? ¿Por qué insisto en el llamado?".
Sus años en París continúan la línea de incertidumbres de una maldita moderna que se saludaba con Cortázar y Octavio Paz y vivía en un departamentito con "olor a camarón frito" frente a la iglesia de Saint Sulpice.
De Paz, Pizarnik incorporó con vocación suicida eso de que "Amar la verdad significa soportar el vacío, y por tanto la muerte". Pero también late amor a la belleza. Fantasma en carne viva, musa dark, establece el juego entre desnudez y ocultamiento, entre vértigo y caída, para comerse el corazón muerto de la poesía y extraerle breves gotas de veneno.






Irme en un barco negro

las sombras escudan al humo veloz que
 danza en la trama de
 este festival silencioso
las sombras esconden varios puntos oscuros que
giran y giran entre tus ojos
mi pluma retarda el TÚ anhelante
mi sien late mil veces TU nombre
si tus ojos pudieran venir!
acá si amor acá
entre las sombras el humo y la danza
entre las sombras lo negro y yo

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