jueves, 11 de abril de 2013




Erzébet Báthory (1560-1614) fue una aristócrata húngara, miembro de unas de las familias más poderosas, antiguas y adineradas de Transilvania. A los once años fue prometida al conde Ferenc Nádasdy (conocido como el Caballero Negro de Hungría por su ferocidad en la batalla), con quien se casó dos años después. La buena educación y la cultura de Erzébet sobrepasaban a la de buena parte de los hombres nobles de entonces; a todas luces, parecía ser una mujer excepcional. En 1604 Nádasdy murió por una súbita enfermedad y, a sus 44 años, la condesa se convirtió en una viuda y poderosa señora feudal. Fue a partir de entonces cuando pasó a ocupar el centro de todas las intrigas políticas, pero sin la protección de un ejército. Poco después, comenzaron a oírse extraños rumores sobre rituales de brujería perpetrados por la condesa, obsesionada por preservar la juventud mediante el uso de la sangre. Un pastor protestante local dio la voz de alarma y desencadenó la investigación por parte del conde Thurzó, primo de Erzébet y enemistado con ella. Al llegar al castillo de Čsejthe encontró numerosos cadáveres diseminados por todo el recinto y muchachas agonizantes que habían sufrido horrendas torturas. El diario de Erzébet registraba más de 600 jóvenes asesinadas. 
“La condesa sangrienta” de Alejandra Pizarnik se compone de once fragmentos en los que se relatan, de forma breve pero intensa, los momentos clave del libro de “ La comtesse sanglante de Valentine Penrose escrito en 1957.  Lo más llamativo es que entre tanta perversión y locura surge la fascinación por el personaje de Erzébet, es inevitable. Esa fascinación fue la que llevó a Penrose a viajar a los Cárpatos en búsqueda de material y a Alejandra a leer con fervor lo escrito por ésta. Absorvida por la leyenda, Alejandra supo describir la náusea con belleza y la atrocidad con poesía, como hizo con sus silencios, con su profunda melancolía de vivir…


Ilustracion: Santiago Caruso


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