lunes, 22 de abril de 2013


No hay nada en este mundo que no suponga una fascinación...
Que intensa y reveladora verdad.

Quiero comenzar esta semana con un extraño personaje que sin lugar a duda dibujó una clara línea de “antes y después” dentro del lado oscuro de la Literatura: el género gótico.
Todavía tengo a flor de piel la indescriptible fascinación que me produjo leer por primera vez lo que yo considero como uno de los cuentos claves en el devenir de la literatura de vampiros: Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu.
Una obra sencillamente imprescindible.

                                 

Carmilla es la madre de todos los vampiros y Le Fanu el maestro absoluto que concibió la figura del vampiro tal como hoy lo conocemos.
Siempre me pareció una injusticia que cuando se habla de vampiros habitualmente el primer referente es Drácula de Bram Stoker, un personaje maravilloso sin duda, pero que cobró vida porque antes existió la enigmática e inmortal Carmilla.
Sin ella, es un hecho que Stoker no hubiera creado al conde de Transilvania y las historias de las  criaturas bebedoras de sangre en la literatura y en la cultura popular en general hubieran sido totalmente distintas.
La sugestiva vampiresa de Le Fanú es un personaje que personalmente me seduce profundamente. No sólo por lo que significó en la literatura victoriana de 1800, si no porque magistralmente, su creador, logró transformarla en un icono a partir del cual se amoldarían todos los formatos de la literatura de vampiros; incluso los de la actualidad, que aún no logran desprenderse de aquella matriz innovando con frescas ideas creativas.
Los invito a conocer a  la seductora joven enamorada que nos llevará a bucear  en  los recónditos laberintos de un mundo peligrosamente embriagante…
Joseph Sheridan Le Fanu, un genial artista irlandés especialista en historias de fantasmas y misterios sobrenaturales, presentó a la famosa vampiresa por primera vez en 1872 en una antología de cuentos de  terror titulada “In a Glass Darkly“.
Si bien las leyendas de vampiros venían cobrando fuerza desde finales de la Edad Media, Carmilla fue la primera en convertirse en un fenómeno popular en todo el mundo.
La trama se desarrolla  en un castillo ubicado en Estiria, Austria, donde vive una joven llamada Laura, la protagonista, junto a su padre y un grupo de sirvientes.
Un día se produce un terrible accidente  cerca del castillo, cuando vuelca un carruaje que pasaba por allí a toda velocidad.
En el vehículo viajan  una señora de alta sociedad y su supuesta hija,  quien queda inconsciente en el carro.
Como no hay ningún médico cerca del castillo, la señora le pide a los dueños del lugar que cuiden a la joven Carmilla hasta que regresen, ya que ella tiene que hacer un viaje  que no puede posponer. Es un asunto de vida o muerte.
Carmilla que es una chica sumamente hermosa, al principio parece ser una joven agradable, pero cuando extrañas muertes de mujeres que habitan cerca del castillo comienzan a repetirse, la protagonista y su padre descubren que su huésped resulta un personaje siniestro que no es fácil de combatir.
Una de las características principales de Carmilla es que está plagada de un alto contenido erótico. Carmilla ama a Laura y desea poseerla, literalmente.
La relación entre ellas es un factor elemental en esta trama que el autor trabajó con maestría. Hay que tener en cuenta que en 1872 publicar una historia fantástica donde se destacaba una relación entre dos mujeres era un tabú importante en la literatura europea, pero Le Fanu logró evitar las censuras y los escándalos debido a la manera en que trabajó el tema. De esta forma, el lector advertirá, introducido en el texto con admirable elegancia, como entre ambas jóvenes comienza a forjarse una relación amorosa, tal como lo manifiesta la propia Laura:

 [Carmilla] Suspiró, y me miró apasionadamente con sus hermosos ojos negros. En realidad, aquella joven me atraía de un modo inexplicable, pero al propio tiempo me inspiraba una indefinible repulsión. Sin embargo, pese a lo contradictorio de mis sentimientos, lo que predominaba era la atracción. Aquella joven desconocida -hasta cierto punto- me interesaba y me conquistaba. ¡Era tan hermosa y fascinante!

Es tan insondable el vínculo que surge entre las dos, que llegará un punto en el cual será difícil distinguir si se trata de dos personajes distintos o uno que emerge como parte del otro…


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