El genial novelista francés Gustave Flaubert le dio vida en
1857 a una de las mujeres más controversiales de la Literatura: la
inconformista soñadora, Emma Bovary.
Voluptuosidad, mentira, fatalismo.
Leer Madame Bovary es envolverse en un lirismo nostálgico y
herético, es asistir al evento de una libertad cubierta de drama, disfrutar de
las prerrogativas del engaño, pero también, sentir en carne viva, el precio
cobrado por el placer que nos procura.
La historia de una mujer burguesa de clase media del siglo
XIX, sirve de pretexto a al escritor
francés para armar una intrincada madeja de amor, desamor, mentiras, pasiones, adulterios, enfermedad, dolor y
muerte.
Esa bella pero vacía mujer que es Emma Bovary, se encuentra atrapada entre las
convenciones sociales de su época,
producto de una sociedad burguesa y misógina, y sus encendidas ansías de
libertad y bienestar económico.
No creo que haya otra novela de la época que describa con
tanta precisión la situación de la mujer a mediados del siglo XIX como Madame
Bovary; una mujer, que para su época, vivió circunstancias que ni en la
actualidad han sido superadas por la sociedad, tomando en cuenta que en el
hombre, desde tiempos remotos al de Emma, ni siquiera han sido criticados tan
severamente, incluso ni en pleno siglo XXI como con la mujer.
Releyendo algunos capítulos de la aclamada obra del francés,
me invadió un curioso pensamiento: el hecho de que fue un hombre quien concibió
y dio voz a un personaje como Emma Bovary.
Lejos de querer caer en posturas sexistas no puedo evitar formularme-
seguramente sin sentido- en algunos interrogantes… ¿Una escritora mujer la
hubiera creado de esa manera? ¿Sus pensamientos hubiesen sido los mismos? y sobre todo, ¿Las consecuencias de sus actos
hubieran sido las que crea Flaubert para ella?
Su publicación por supuesto fue muy controversial por varios
motivos; incluso se procesó a Flaubert
por “atentar” contra la moral.
Y es que a través del personaje de Emma, el autor rompe con
algunas convenciones morales y literarias de la Burguesía del siglo XIX, tal
vez porque nadie antes se había atrevido a presentar un prototipo de heroína de
ficción rebelde y tan poco resignada al destino.
Hoy existe el término «bovarismo» para aludir aquel cambio
del prototipo de la mujer idealizada que difundió el romanticismo, negándole
sus derechos a la pasión.
Sin embargo, aunque se ha dicho que la novela carece de
juicios morales hacia su personaje, yo no pude dejar de intuir durante su
lectura, que el autor no iba a permitir que Ema se saliera con la suya.
Hay quienes afirman que el final de la “elegante libertina”
sumido en desesperación, prostitución y muerte, sólo fue concebido para no
terminar como muchas novelas de la época, con un final feliz, sino por el contrario, innovar y terminar
con la tragedia sobreviniendo sobre un personaje tan amado y deseado pero al
mismo tiempo tan disoluto.
Sin restar mérito a ninguna conclusión y más allá del
carácter revolucionario de la obra de Flaubert, no creo que otro final hubiera
sido aceptado: Era impensado en una sociedad misógina que una mujer sola
pudiese alcanzar lo que Emma quería: autonomía, conocer mundo, un amor
apasionado acompañado de dinero y
bienestar.
El castigo que impone Flaubert a su tan amado personaje
condice y está de acuerdo con las leyes sociales imperantes frente al
comportamiento de la mujer en aquella época.
Puede ser tal vez que
el hecho de que Emma, de alguna manera haya sufrido un castigo, haya sido el
atenuante que lo salvó de la condena de quienes pensaban que Flaubert había
escrito una apología del adulterio femenino… ¡No señores, no hice apología!
Podría decir defendiéndose el gran Gustave: Emma recibió su merecido. Terminó
castigada de la manera más cruel y terrible, sufriendo los horrores del
envenenamiento con arsénico, que según se sabe y se hace evidente en la novela,
es una de las muertes más dolorosas que existe.
Es sólo un pensamiento…
Creo que la verdadera
tragedia de Emma fue no ser libre. Ese fue su más triste final.
Sea como sea, Gustave Flaubert escribió una pieza maestra
que no tiene desperdicio, podrá estar sujeta a infinitos análisis desde
incontables enfoques, sin embargo, es imposible no dejar de atribuirle el
carácter de “imprescindible lectura”.
Si en aquella época algo estaba cambiando con respecto al
papel de la mujer en la sociedad, él supo captarlo, consciente o
inconscientemente, revelándonos el derrumbe en todos los sentidos de una
mujer, víctima fatal de la cruel y misógina burguesía.
Y esto es un hecho, más allá de cualquier consideración.
Madame
Bovary http://www.battaletras.com/docs/madamebovary.pdf
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