Las primeras obras literarias que tratan de vampiros
aparecen a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX; entre ellas están
la novia de Corintio, de Goethe, una balada de Coleridge titulada “Christablel”
y un relato del padre del relato fantástico E.T.A.Hoffmann a las que se suman
las nouvelles “la muerte enamorada” de
Gautier y “Carmila” de Sheridan Le Fanu.
El tema vampírico también se encuentra en Boudelaire y de
Jules Laforgue.
En todos estos autores la figura del vampiro aparece
exclusivamente en forma femenina.
En la segunda mitad del siglo XIX, con una Europa en pleno
desarrollo industrial, no es un hecho casual el éxito de este tipo de
literatura y que numerosos autores se hiciesen eco del fenómeno del vampiro,
que no es otra cosa sino la caricaturización de esa aristocracia rancia y en
clara decadencia que ha dominado durante siglos la vieja Europa observada desde
el punto de vista del nuevo orden económico y social que, la todavía joven
burguesía, tendrá que consolidar. Castillos y posesiones, antaño temibles, se
presentarán ahora casi derruidos, sumidos en las tinieblas y cubiertos de
naturaleza salvaje. Y el relato de los paisajes, antes espléndidos y fértiles,
pasará a descubrir bosques lúgubres plagados de caminos malditos y seres fantasmagóricos…
Pero Le Fanu incorpora varios elementos novedosos a la
literatura del género: Fue el único de los escritores del género gótico en
rechazar el tópico del castillo encantado con toda su panoplia de pisos
chirriantes, chispas inexplicables y gemidos lastimeros, y quizás el que más
resalte, es que uno de los rasgos diferenciadores del personaje de Carmilla es
que se trata de una vampiresa independiente de la figura masculina; es decir, no
está sometida a ningún patriarca vampiro, sino que actúa con autonomía, con
instinto propio.
Se trata de un relato indiscutiblemente transgresor, que
supone un claro cuestionamiento del rol femenino en la época victoriana, en la
que la conversión a vampiro es una de las pocas maneras en que la sexualidad
femenina pueda aparecer públicamente relatada…
Fotografía: "Carmilla" de Gustavo López Mañas
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